Escribe la muerte de un personaje que no se haya producido.
Algunos momentos pasan tan deprisa
que se nos escapan entre los dedos y se desvanecen en un parpadeo. Otros duran
la eternidad que no queremos vivir. A veces deseamos que las cosas pasen más
deprisa, o más lento.
O simplemente, que no pasen.
En ese instante, la nieve parece
caer a cámara lenta desde el cielo, el frío se detiene por un segundo y el
jaleo de la batalla se disipa de sus oídos. Su cuerpo es incapaz de moverse
porque su cerebro es incapaz de procesar lo que está visualizando ante él. Está
helado, pero no de frío.
Todavía sostiene la espada, aunque
apenas le quedan fuerzas para mantenerse en pie. Al contrario de lo que se
pudiera esperar, no está manchada de sangre, sino de frío, de hielo y de dolor.
Aunque lo ignora totalmente, el bullicio que le rodea está empezando a cesar. Pero
ahora mismo, eso le da igual. Por un momento, olvida el lugar donde está,
olvida qué está haciendo y olvida quién es.
Es un momento dulce y amargo. Es uno
de esos, que no te importaría alargar.
Pero lo que tarda en parpadear y
volver a la realidad es lo que dura, solo eso. De repente vuelve a sentir frío,
nota la ropa calada por culpa de la nieve y su cuerpo a punto del colapso. La temperatura
es tan baja que le duele respirar, aunque quizás también tenga que ver todos
los golpes que ha recibido. Respira por la boca con intensidad, intentando
recuperar el aliento que está perdiendo en ese mismo instante, sin poder
evitarlo. El vaho se escapa de su cuerpo y duele como si fuera su propia alma
la que se le estuviera escapando delante de sus narices. Su mano agarrotada
alrededor de la espada parece que quiera permanecer así para los restos. Como él.
No quiere moverse, no quiere que pase nada más. Solo desea que todo se detenga
y no pase lo que está por llegar.
Cuando hermana y hermano bastardo se
miran, no se sabe muy bien cuál de los dos se va a desplomar primero. Los dos
están sintiendo dolor, pero solo uno de ellos es mortal.
Jon Snow mira como su hermana cae
de rodillas al suelo y siente que por segundo es el instante más largo y
doloroso de su vida. Desearía que hubiera sido una alucinación de todo el dolor
acumulado, pero no es así. Nunca es así.
Arya Stark choca contra el suelo,
con Aguja todavía agarrada entre sus dedos con fuerza, para seguir luchando. Para
seguir defendiendo su hogar. Su mundo. Ve a su hermano correr hacia ella,
aunque parece un espectro borroso, sus ojos no consiguen enfocarle bien. Está tan
cansada, y tiene tanto frío. Y le duele tanto todo el cuerpo. Si tan solo
pudiera cerrar los ojos un instante. Los párpados le pesan y siente que va a
ser incapaz de controlarlos. Su cabeza se deja caer de golpe y se da cuenta que
algo le corta la vista hasta el suelo. Le duele, le duele mucho. Lleva la mano hasta
su estómago y siente que está levantando un saco de ladrillos. Nota que hay
algo en un lugar incorrecto. Esa espada no debería estar ahí. No en ella. Cuando
es consciente de lo que está ocurriendo, la vista se le nubla y cae desplomada
contra el suelo helado.
Tirada en el suelo, todavía es
capaz de ver como la nieve sigue cayendo del cielo. El hecho de haber combatido
en una guerra no ha hecho que el mundo se detenga. Nota la nieve penetrando en
su ropa y llegando a su cuerpo, empapándola y helándola hasta los huesos. A pesar
de todo, se da cuenta que algo dentro de ella está calmado y no tiene frío. Su
espíritu tiene calor. El calor de una Stark que ha luchado por su hogar. Quizás
sea esa la paz que tanto tiempo ha estado buscando. Jamás pensó que pudiera sentirse
así. Nadie le dijo que morirse fuera tan agradable.
—Arya —alguien la llama, pero no
tiene claro si ese alguien está vivo. Quizás sea su imaginación.
Nota elevarse en el aire y perder
contacto con la nieve, de la que ya se había hecho amiga. Ahora nota calor,
pero es humano. La están agarrando. Alguien la está abrazando, y ese alguien
está temblando más que ella.
De repente, se da cuenta que es Jon
quien está con ella. Jon hace que vuelva en sí y se olvide de esa paz interior,
que recuerde lo que es el dolor. Las lágrimas empiezan a escurrirse por su
rostro sin control alguno cuando ve a su hermano. Como puede, aferra sus manos
a las ropas del hombre y el miedo la invade por completo. Jon la incorpora un
poco y cuando lo hace, la sangre empieza a gotear de su boca. Tose con
brusquedad y nota que el dolor la quiere ahogar. El cuerpo empieza a temblarle
y todavía es capaz de notar los brazos de su hermano aferrándola con fuerza.
—No pasa nada —dice Jon, con el
rostro manchado de sangre, barro y lágrimas.
Limpia la cara de su hermana
pequeña como puede y la acomoda en su
regazo. Le duele tanto el pecho que siente que le vaya a explotar. Intenta controlar
las lágrimas con todas sus fuerzas, pero ya no le quedan. Los hermanos se
observan en silencio unos segundos, aceptando lo que está ocurriendo, aunque no
lo hacen de la misma manera. Jon observa la herida un instante y ruega a todos
los dioses que la espada desaparezca. Que desaparezca ella y todo el dolor que
está causando. Reza como nunca antes lo había hecho. Su alma suplica mientras
su corazón grita, pero nadie le escucha. Nadie va a salvar a su hermana, porque
él no ha podido hacerlo.
—Lo siento —dice en sollozos,
cuando consigue esquivar el nudo de su garganta—. Lo siento.
Empieza a llorar como un hombre
lloraría por su familia. Choca sus frentes y notas las manos débiles de Arya todavía
agarrándose a él. Se separan y los ojos se le nublan todavía más en lágrimas al
ver a su hermana sonreír ligeramente. La niña tose un par de veces, goteando
sangre, y Jon se da cuenta que quiere decirle algo.
—Ahora puedo estar con los demás.
El shock hace que le cueste
entender esas palabras apenas unos segundos, pero cuando lo hace asiente con
una sonrisa llena de lágrimas mientras le acaricia. Su hermana deja que las
lágrimas le cuelguen, no tiene necesidad de ocultar nada, y menos con Jon. Sí,
Arya Stark tiene miedo a morir. Pero qué más da. Eso desaparecerá en apenas
unos instantes y se desvanecerá.
Jon nota como las manos de su
hermana empiezan a perder fuerza y su rostro parece estar entrando en una fase
de cansancio y sueño. Sus manos se sueltan definitivamente de su hermano y caen
contra la nieve sucia. Jon la abraza con fuerza y llora todo lo que se merece
Arya Stark y más. Un abrazo eterno de dos hermanos que jamás deberían haber
abandonado su hogar.
Y de nuevo, Invernalia ha perdido
otro hijo.