8.1.14

No te dejes vencer.

Había estado tanto tiempo detrás de ella, que pensó que no pasaría nada por decirle que sí una vez. Por probar y poder darle una oportunidad y conocerle mejor. El muchacho no le gusta, nunca le ha gustado. Y sabe que él no la quiere como amiga. Pero aun así… Definitivamente ha sido una mala idea. Es una noche bastante mala. Hace más calor que de costumbre, y eso no ayuda a los nervios de la muchacha. El corazón le late a más velocidad, y su respiración parece agitada. Quiere irse a su casa de una maldita vez, pero Shyron no parece por la labor.

—Todavía es muy temprano —dice Shyron, andando hacia atrás, colocándose delante de la muchacha para cortarle el paso.
—No eres tú quien se tiene que enfrentar a un padre soltero.
—Que yo sepa ahora no estáis solos.
—Entonces si no llego a la hora serás tú quien hable con mi padre.
—Hecho.

Lyenna pone los ojos en blanco y sigue caminando. El muchacho se aparta y sigue caminando a su lado. Sabe que está incómoda, se quiere ir ya. No lo entiende. Nunca lo entenderá. Siempre ha tenido a todas las chicas que ha querido, pero justamente por la que está interesado, le ignora. Siempre ha intentado evitarle, no sabe la causa. Pero Shyron no es alguien que se rinda tan fácilmente. Si le llegara a conocer, aunque solo fuera un poco. La tendría en el bote.  Pero Lyenna es muy cabezota. Y luego está ese hermano nuevo que tiene, ese tal Shander. Que, obviamente, no es un obstáculo. Ahora son familia, no puede haber nada entre ellos. Además, las veces que siempre los ha visto juntos, podría afirmar que la chica no estaba muy contenta con su presencia.  Se da cuenta que están a apenas unos metros de la casa de la chica, quien parece acelerar un poco el paso. Shyron la toma de una muñeca y la acerca a él.

—¿Tienes prisa? —Dice casi en un susurro, poniendo a Lyenna los pelos de punta—. Estás preciosa.

Shyron acerca un poco más sus rostros, y Lyenna se queda de piedra. El muchacho mueve su mano y le aparta el pelo, moviéndolo hacia atrás. La chica siente algo. Quiere pegarle un puñetazo, pero no sabe la razón de estar paralizada. Shyron la mira con unos ojos tan abiertos que le dan miedo. Ve algo en ellos, y esa sonrisa que siempre tiene en la cara. Nunca le ha gustado esa sonrisa. Si tan solo pudiera levantar la rodilla y chocarla en su entrepierna. Lyenna se da cuenta que se han movido unos pasos y está contra una pared. Shyron apoya la otra mano sobre la pared y le corta el paso. Parece tener mucha confianza en sí mismo.

—Te noto un poco —deja la palabra en el aire— nerviosa.

Lyenna le empuja un poco con las manos para escapar de la pared, pero la vuelve a poner contra ella sin apenas esfuerzo. Lyenna, por dios, justamente ahora es cuando necesitas el carácter de tu madre. Shyron acerca su rostro al de ella y posa sus labios sobre el cuello destapado de la chica. A Lyenna le recorre un escalofrió de pies a cabeza. Nota la respiración cálida del muchacho sobre ella y le da asco. Pero es incapaz de moverse. Shyron le acaricia el cuello y la mejilla con la punta de su nariz. La chica aprieta sus ojos con fuerza para que no le caiga ninguna lágrima. Las manos del muchacho le rodean la cadera con fuerza. Lyenna consigue darle un empujón, pero lo único que consigue es que el muchacho se ría con malicia. 

—No te enfades, mujer —Shyron se vuelve a acerca a ella y deja sus rostros a unos pocos centímetros de distancia —. Si en el fondo te está gustando.

Le da un beso en la mejilla y se vuelve a dirigir al cuello. Pero de repente, el tacto de sus labios desaparece. En ese momento los ojos de Lyenna se llenan de lágrimas y empieza a caer. Mientras se escurre por la pared, con el corazón palpitando con todas sus fuerzas, un grito suena por toda la calle. Shyron cae al suelo, temblando como un niño. La cara le arde, le arde tanto que echa humo. Cuando el chico levanta la mirada se encuentra con Shander. Le mira con todo el odio y la rabia posibles. Pero el pelirrojo solo le sigue mirando. Se levanta del suelo, intentando no llorar del dolor. Shander da unos pasos hacia él y el chico empieza a caminar hacia atrás, muerto de miedo. Sale corriendo, maldiciendo entre dientes. Esto no quedará así.
Cuando Shander se vuelve a girar, Lyenna está en el mismo sitio, tirada en el suelo, llorando. Aprieta la mandíbula con fuerza. Debería haberle quemado más a ese malnacido. Se pone de cuclillas, sin acercarse demasiado. La muchacha tiene la mirada perdida, como si no estuviera mirando a ningún sitio en concreto. Parece que se da cuenta de la presencia del chico y le mira, asustada.

—¿Estás bien?

Menuda pregunta. Se acerca poco a poco a ella, pero se detiene cuando Lyenna parece reacia. Sigue sin entender cómo le pudo decir que si a ese desgraciado. Está claro que no se volverá a repetir. Los ha estado observando desde la azotea de la casa, y no entiende que Lyenna no hiciera nada. Parece un animal asustado, totalmente perdido. Quizás ese es el problema, que no entiende lo que ha pasado.

—Lyenna, tranquila. Estoy aquí.

El chico extiende sus manos, como preguntándole si quiere que le ayude. Lyenna le mira, como si estuviera estudiando al chico. Ambos se quedan quietos por unos segundos. Pero de repente, la muchacha se derrumba y rompe a llorar. Esconde su rostro en sus manos y Shander no duda en moverse para poder abrazarla. Para su sorpresa, la chica se aferra a él con fuerza y le empapa la camisa en lágrimas. Solo por verla así no sabe si tiene ganas de llorar o pegarle a ese tipo. Por su bien espera que no se vuelva a acerca a ella, o simplemente que no se encuentre con él por la calle. La abraza con fuerza y le acaricia el cabello.

—Tranquila.

Shander susurra sus palabras, y tienen un efecto extraño en la chica. En ese momento Lyenna se da cuenta. Se olvida de todo y toma aire un par de veces, dejando que un aroma desconocido entre por sus fosas nasales. Nota como el chico desprende una especie de calor que la reconforta. Se empieza a mover entre los brazos de Shander, pero sin separarse de él. Levanta el rostro y le mira, como él la está mirando.  Casi de manera inconsciente, el chico lleva una de sus manos al rostro de Lyenna y le aparta un mechón de pelo, empapado por las lágrimas, quedando así pegado a su mejilla. La chica está como en trance, pero el tacto de la mano de Shander parece despertarla. Se limpia los ojos con insistencia, notándolos todavía húmedos, con intenciones de seguir llorando.

Ambos se levantan del suelo. Lyenna se entretiene en limpiar su ropa. Está tan avergonzada que es incapaz de mirarle otra vez. Shander no quiere que la chica se sienta así. No le está reprochando nada, y mucho menos le quiere pedir explicaciones. Nota a Lyenna como descolocada, como si no supiera donde está.

—Lyenna

La chica le mira de golpe.

—¿Quieres…?
—No —espera una reacción por parte del chico—. Solo quiero irme a casa.
—Muy bien.

Están a tan solo unos metros, y Lyenna tiene la sensación de estar en un mundo totalmente diferente. Shander empieza a caminar, con la chica a su lado. Lyenna se abraza a sí misma, y el chico no se atreve a tocarla. Solo la mira por el rabillo del ojo y siente que se le parte el alma cuando la escucha sollozar por la noche en su cuarto. 

Ese momento en el que
te das cuenta que algo nuevo
acaba de nacer.

1 comentario:

  1. Acabo de caer por aquí, y dios mío, como para no quedarse bien feliz tras la caída.
    Me encanta.
    ¡Me encanta!

    Me verás por aquí a menudo.

    Besos grises

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