Había estado tanto tiempo detrás
de ella, que pensó que no pasaría nada por decirle que sí una vez. Por probar y
poder darle una oportunidad y conocerle mejor. El muchacho no le gusta, nunca
le ha gustado. Y sabe que él no la quiere como amiga. Pero aun así…
Definitivamente ha sido una mala idea. Es una noche bastante mala. Hace más
calor que de costumbre, y eso no ayuda a los nervios de la muchacha. El corazón
le late a más velocidad, y su respiración parece agitada. Quiere irse a su casa
de una maldita vez, pero Shyron no parece por la labor.
—Todavía es muy temprano —dice
Shyron, andando hacia atrás, colocándose delante de la muchacha para cortarle
el paso.
—No eres tú quien se tiene que
enfrentar a un padre soltero.
—Que yo sepa ahora no estáis
solos.
—Entonces si no llego a la hora
serás tú quien hable con mi padre.
—Hecho.
Lyenna pone los ojos en blanco y
sigue caminando. El muchacho se aparta y sigue caminando a su lado. Sabe que
está incómoda, se quiere ir ya. No lo entiende. Nunca lo entenderá. Siempre ha
tenido a todas las chicas que ha querido, pero justamente por la que está
interesado, le ignora. Siempre ha intentado evitarle, no sabe la causa. Pero
Shyron no es alguien que se rinda tan fácilmente. Si le llegara a conocer,
aunque solo fuera un poco. La tendría en el bote. Pero Lyenna es muy cabezota. Y luego está ese hermano
nuevo que tiene, ese tal Shander. Que, obviamente, no es un obstáculo. Ahora
son familia, no puede haber nada entre ellos. Además, las veces que siempre los
ha visto juntos, podría afirmar que la chica no estaba muy contenta con su
presencia. Se da cuenta que están a
apenas unos metros de la casa de la chica, quien parece acelerar un poco el
paso. Shyron la toma de una muñeca y la acerca a él.
—¿Tienes prisa? —Dice casi en un
susurro, poniendo a Lyenna los pelos de punta—. Estás preciosa.
Shyron acerca un poco más sus
rostros, y Lyenna se queda de piedra. El muchacho mueve su mano y le aparta el
pelo, moviéndolo hacia atrás. La chica siente algo. Quiere pegarle un puñetazo,
pero no sabe la razón de estar paralizada. Shyron la mira con unos ojos tan
abiertos que le dan miedo. Ve algo en ellos, y esa sonrisa que siempre tiene en
la cara. Nunca le ha gustado esa sonrisa. Si tan solo pudiera levantar la
rodilla y chocarla en su entrepierna. Lyenna se da cuenta que se han movido
unos pasos y está contra una pared. Shyron apoya la otra mano sobre la pared y
le corta el paso. Parece tener mucha confianza en sí mismo.
—Te noto un poco —deja la palabra
en el aire— nerviosa.
Lyenna le empuja un poco con las
manos para escapar de la pared, pero la vuelve a poner contra ella sin apenas
esfuerzo. Lyenna, por dios, justamente
ahora es cuando necesitas el carácter de tu madre. Shyron acerca su rostro
al de ella y posa sus labios sobre el cuello destapado de la chica. A Lyenna le
recorre un escalofrió de pies a cabeza. Nota la respiración cálida del muchacho
sobre ella y le da asco. Pero es incapaz de moverse. Shyron le acaricia el
cuello y la mejilla con la punta de su nariz. La chica aprieta sus ojos con
fuerza para que no le caiga ninguna lágrima. Las manos del muchacho le rodean
la cadera con fuerza. Lyenna consigue darle un empujón, pero lo único que
consigue es que el muchacho se ría con malicia.
Le da un beso en la mejilla y se
vuelve a dirigir al cuello. Pero de repente, el tacto de sus labios desaparece.
En ese momento los ojos de Lyenna se llenan de lágrimas y empieza a caer. Mientras
se escurre por la pared, con el corazón palpitando con todas sus fuerzas, un
grito suena por toda la calle. Shyron cae al suelo, temblando como un niño. La
cara le arde, le arde tanto que echa humo. Cuando el chico levanta la mirada se
encuentra con Shander. Le mira con todo el odio y la rabia posibles. Pero el pelirrojo
solo le sigue mirando. Se levanta del suelo, intentando no llorar del dolor. Shander
da unos pasos hacia él y el chico empieza a caminar hacia atrás, muerto de
miedo. Sale corriendo, maldiciendo entre dientes. Esto no quedará así.
Cuando Shander se vuelve a girar,
Lyenna está en el mismo sitio, tirada en el suelo, llorando. Aprieta la
mandíbula con fuerza. Debería haberle quemado más a ese malnacido. Se pone de
cuclillas, sin acercarse demasiado. La muchacha tiene la mirada perdida, como
si no estuviera mirando a ningún sitio en concreto. Parece que se da cuenta de
la presencia del chico y le mira, asustada.
—¿Estás bien?
Menuda
pregunta. Se
acerca poco a poco a ella, pero se detiene cuando Lyenna parece reacia. Sigue
sin entender cómo le pudo decir que si a ese desgraciado. Está claro que no se
volverá a repetir. Los ha estado observando desde la azotea de la casa, y no
entiende que Lyenna no hiciera nada. Parece un animal asustado, totalmente
perdido. Quizás ese es el problema, que no entiende lo que ha pasado.
—Lyenna, tranquila. Estoy aquí.
El chico extiende sus manos, como
preguntándole si quiere que le ayude. Lyenna le mira, como si estuviera estudiando
al chico. Ambos se quedan quietos por unos segundos. Pero de repente, la
muchacha se derrumba y rompe a llorar. Esconde su rostro en sus manos y Shander
no duda en moverse para poder abrazarla. Para su sorpresa, la chica se aferra a
él con fuerza y le empapa la camisa en lágrimas. Solo por verla así no sabe si
tiene ganas de llorar o pegarle a ese tipo. Por su bien espera que no se vuelva
a acerca a ella, o simplemente que no se encuentre con él por la calle. La
abraza con fuerza y le acaricia el cabello.
—Tranquila.
Shander susurra sus palabras, y
tienen un efecto extraño en la chica. En ese momento Lyenna se da cuenta. Se
olvida de todo y toma aire un par de veces, dejando que un aroma desconocido
entre por sus fosas nasales. Nota como el chico desprende una especie de calor
que la reconforta. Se empieza a mover entre los brazos de Shander, pero sin
separarse de él. Levanta el rostro y le mira, como él la está mirando. Casi de manera inconsciente, el chico lleva
una de sus manos al rostro de Lyenna y le aparta un mechón de pelo, empapado
por las lágrimas, quedando así pegado a su mejilla. La chica está como en
trance, pero el tacto de la mano de Shander parece despertarla. Se limpia los
ojos con insistencia, notándolos todavía húmedos, con intenciones de seguir
llorando.
Ambos se levantan del suelo.
Lyenna se entretiene en limpiar su ropa. Está tan avergonzada que es incapaz de
mirarle otra vez. Shander no quiere que la chica se sienta así. No le está
reprochando nada, y mucho menos le quiere pedir explicaciones. Nota a Lyenna
como descolocada, como si no supiera donde está.
—Lyenna
La chica le mira de golpe.
—¿Quieres…?
—No —espera una reacción por
parte del chico—. Solo quiero irme a casa.
—Muy bien.
Están a tan solo unos metros, y
Lyenna tiene la sensación de estar en un mundo totalmente diferente. Shander
empieza a caminar, con la chica a su lado. Lyenna se abraza a sí misma, y el
chico no se atreve a tocarla. Solo la mira por el rabillo del ojo y siente que
se le parte el alma cuando la escucha sollozar por la noche en su cuarto.
Ese momento en el que
te das cuenta que algo nuevo
acaba de nacer.
Acabo de caer por aquí, y dios mío, como para no quedarse bien feliz tras la caída.
ResponderEliminarMe encanta.
¡Me encanta!
Me verás por aquí a menudo.
Besos grises