22.7.14

Las excusas para el que las quiera escuchar.

En cuanto llegan al cuartel, toda una multitud se acerca hasta ellos y ayudan a Margot y Aryon con los heridos. Ambos caen sobre camillas y desaparecen tras unas grandes puertas metálicas que rugen cuando se mueven. Margot y Aryon intentan recuperar el aliento mientras persiguen a sus amigos. Las puertas se cierran tras ellos con un estruendo, sin embargo no puede ir hacia donde están Lyenna y Shander. Los Sanavis no tienen tiempo que perder, sobre todo para Lyenna. Ambos se sientan en el suelo, sin saber qué decir, porque tampoco hay mucho que decir. Aryon quiere hablar con Margot, sabe que la chica está de los nervios (y no es para menos) y que además, está enfadada. Enfadada con una persona herida, por cierto. Sin embargo no le salen las palabras, no sabe cómo empezar sin recibir un gruñido por parte de la chica. El rubio abre la boca, pero en ese instante los padres de sus amigos entran corriendo en el cuartel, totalmente agitados.

—¡Margot! —Dice Rike mientras se acerca a ellos, habiéndose levantado del suelo— ¿Dónde están?
—Están dentro. No podían esperar.

Margot ve como los ojos del padre de su amiga brillan durante unos segundos, pero el hombre se aguanta las lágrimas con todas sus fuerzas. No sabe qué más decir. No puede consolarle porque no sabe cómo. Ella no es médico, ni Sanavi, y seguro que Lyenna y Shander están mucho peor de lo que ella ha visto a simple vista. Rike abraza a la madre de Shander. Es igual a su hijo. Margot es incapaz de mirarles a los ojos. De repente, en el pasillo aparecen tres personas que corren hacia el lugar al que no pueden acceder ellos. Los cuatro les siguen hasta que desaparecen. Todos tienen los estómagos a punto de salir por sus bocas, y entonces la madre de Shander es la única capaz de derrumbarse allí. Rike la abraza con fuerza para que no caiga al suelo. Un hombre vestido de manera extraña sale de unas de las muchas puertas que hay en el pasillo y habla con los padres de los chicos. Margot apenas es capaz de escuchar lo que dicen, parece que tiene cuidado de que nadie más oiga lo que dice. A los pocos segundos los tres desaparecen tras la misma puerta por la que lo han hecho Lyenna y Shander.
Los jóvenes se vuelven a quedar solos en el pasillo, sin saber qué hacer. Margot se apoya en la pared y se escurre hacia el suelo. Los ojos empieza a escocerle, la vista empieza a nublarse por culpa de las lágrimas y se desespera.

—No debí dejarla sola —Aryon gira sobre sus pies y se da cuenta que la chica está llorando— No tendría que haberme ido.

El muchacho se agacha y quiere abrazarla, pero no le sale. Sabe que no va a servir de nada. Nunca ha sabido muy bien cómo tratar con la muchacha, y mucho menos en ocasiones como éstas. La mira, negar con la cabeza una y otra vez.

—Margot —dice de golpe, con fuerza y firmeza. Pero se queda en blanco después —¿Por qué siempre llevas todo el peso del mundo sobre tus hombros?
—Nadie más lo quiere —le dice con una sonrisa triste.

Aryon se queda sin palabras. Quiere saber por qué ella sí lo quiere. Para qué. Qué gana con eso. Pero a lo mejor ni ella misma lo sabe, puede que le haya respondido sin pensar. Él ni siquiera sabe cómo le ha salido esa pregunta. Tampoco es que Margot se preocupe por todo y por todos. Tampoco es que… Lo piensa dos veces y retira su propio pensamiento.

—Escúchame. Lyenna va a salir de esta. Ha estado en peores situaciones —mentira—. Va a salir de esta porque gracias a ti llegamos a tiempo y los salvamos. Y —deja de hablar para impedir que le salgan las lágrimas— ¡joder, es Lyenna, va a estar bien!

A Margot le tiembla el labio inferior cuando mira al muchacho. Llora con una sonrisa en sus labios y abraza al muchacho. Aryon frota la espalda de la chica con fuerza y le besa la mejilla casi sin quererlo. Casi.
Margot acaba dormida sobre el hombro de él durante horas eternas en las que no saben qué está ocurriendo con Lyenna y Shander. De vez en cuando la cabeza de la chica se escurre de su posición, pero Aryon la vuelve a colocar con cuidado de no despertarla. La pobre no ha tenido un buen sueño desde hace meses. La observa dormir y desearía que nada de esto hubiera sucedido. Que simplemente fueran un grupo de amigos preocupados por cosas sencillas e incluso estúpidas. Los rizos castaños de la chica caen sobre su rostro y él intenta volver a colocarlos, pero son tan cabezotas como ella.
Cuando Rike les despierta, Aryon no sabe dónde está por un momento, ni siquiera sabe qué hora es. Si es de noche o de día. Que no haya ventanas en ese sitio es bastante molesto. La operación de Shander ha sido mucho más sencilla que la de Lyenna, tanto que ella todavía sigue bajo la mano de los Sanavis. Ambos siguen a Rike hasta la habitación de Shander, aunque Aryon se da cuenta que la chica no parece demasiado contenta. Cuando entran en la habitación el muchacho está hablando con su madre con una sonrisa en su rostro. Aryon ha visto esa sonrisa antes y la conoce de sobra. No es una sonrisa. Su madre y Rike salen de la habitación para dejar al trio a solas.

—Tio, ¿sabes el susto que me has dado? —Los dos amigos se sonríe y se abrazan, aunque Shander se acaba quejando por culpa del dolor­—. Perdón.

Margot permanece en un segundo plano sin decir nada, tampoco mira a Shander. Tan solo observa el suelo bajo sus pies. No quiere decir nada, Shander no está en buen estado. Ya tendrá tiempo de hablar con él seriamente. El pelirrojo la mira.

—¿Sabéis algo de Lyenna? —Esas palabras llaman la atención de la chica, que levanta la vista del suelo.
—Aún la están interviniendo —responde Aryon casi en voz baja.

Shander traga saliva y su corazón se acelera con las palabras de su amigo.

—Margot —dice el pelirrojo con cuidado. La chica está tan serie que da miedo. Pero no es que esté seria, es que más bien está enfadada. Ese es el problema—. Lo siento, yo…
—Claro.

La chica no quiere escuchar más y se sale de la habitación enseguida. Aryon suspira, creía que iba a mejor que eso. El rubio toma un taburete metálico de la habitación y se sienta cerca de la cama.

—Me odia. Más que nunca.
—Lo dices como si siempre te hubiera odiado. Y no te odia.
—¿Acaso no la has visto?
—Solo está —Aryon busca las palabras adecuadas para decir— ofuscada.

A Shander se le escapa una risotada.

—Es una buena manera de decir que si las miradas matasen, yo ya estaría muerto.

Aryon quiere decir que debe entender a Margot, que Lyenna está más viva que muerta ahora mismo. Pero no le puede decir eso, porque ella no es la única preocupada por Lyenna. El muchacho está intentando parecer calmado, está intentando contener la rabia que lleva dentro, porque sabe que debe estar para estirarse de los pelos. Pero no lo hace, porque eso no lleva a nada y ayuda a nadie.

—¿Cuándo vas a hablar con Margot?

Aryon al principio está desconcertado, pero en seguida sabe a qué se refiere.

—No empieces.

Sabe que esa es la única manera de no hablar de Lyenna y volver a deprimirse.

—Aryon, tio. Deberías decírselo.
—No hay nada que decir, ya hemos hablado de ello. ¿Por qué no podemos ser amigos y ya?
—Yo no digo que no podías, pero es evidente que…
—No, no hay nada evidente y punto.

Shander pone los ojos en blanco. Le saca de sus casillas. Es más terco incluso que Lyenna,  y eso ya es decir. Joder, es tan evidente que le gusta Margot que es para matarle. Pero él erre que erre que no. Y si alguna vez (muy rara vez) dice que sí, solo dice que si están mejor como amigos o cosas así. A Shander le dan ganas de pegarle. Pero por otra lado le entiende. Además, que él sepa Aryon nunca ha estado con otra chica y seguramente no sepa qué hacer. Tan listo para unas cosas y tan tonto para otras. Pero le quiere igual.

—Y como vuelvas a sacar el tema, los Sanavis van a tener que curarte otra vez.

Shander levanta sus manos, declarándose inocente ante el juez. El rubio decide marcharse para dejar que su amigo descanse, aunque él intente convencerle de que se encuentra bien. Ha habido un momento en el que se le han cerrado los ojos y ni se ha dado cuenta. Cuando sale al pasillo, está vació. Margot debe estar fuera. La chica odia estar encerrada en sitios cerrados demasiado tiempo. Cuando sale, efectivamente la encuentra apoyada sobre un árbol, respirando profundamente.

—¿Tenías que ser así? —Margot abre los ojos lentamente, mirando al muchacho.
—No quiero discutir contigo —la chica se levanta del suelo y empieza a alejarse de Aryon, pero el muchacho le corta el paso.
—Pues vas a tener que hacerlo, porque Shander es mi mejor amigo y tú no eres la única que lo está pasando mal con todo esto.

Ninguno de los dos dice nada más. Margot tan solo se queda mirándole con cara de pocos amigos. Entiende que esté preocupada por Lyenna, pero no es razón para enfadarse con Shander, él no tiene la culpa de nada. Aunque Margot parece pensar otra cosa.

—Le odio —dice de repente Margot, con los ojos húmedos—. Ha puesto la vida de Lyenna en peligro a pesar de que le dije que no fueran a esa misión. Ni siquiera pensó en las consecuencias que yo misma me encargué de explicarle. ¿Cómo quieres que le trate?

Aryon no tiene palabras para responderle e intentar defender a su amigo. En el fondo entiende a Margot, él también se habría puesto como ella. Pero no puede hacerlo, porque Shander es  su amigo y eso sería traicionarlo. O puede que él esté exagerando, pero ahora no es momento para que Shander se esté peleando con todo el mundo. Aryon es la única persona que le puede ayudar a hablar con Margot y que ésta no termine enterrándolo. Lo peor de todo es que, al final, Shander llevaba razón.
Las horas seguían pasando y nadie decía nada de Lyenna. Y entonces pasaron los días hasta que por fin, Rike salió por una de las puertas para avisarles de que ya habían terminado. Sin embargo, Lyenna estaría otros cuantos días dormida, necesitaba reposo absoluto. Pudieron entrar a verla durante un par de minutos, aunque a Rike le costó bastante convencer a los Sanavis para esto último.
La muchacha está postrada en una cama, con casi todo su cuerpo recubierto en diversos vendajes que no parecen tener fin. Cables y tubos entraban y salen de su cuerpo, como si ella misma fuera una máquina. Lyenna está tan pálida que parece más viva que muerta, algo que se pasa por la mente de Margot y Aryon cuando la ven ahí tumbada, sin moverse. Los labios se acercan casi a un color morado, y parece incluso más delgada que de costumbre, aunque no es de extrañar teniendo en cuenta todo el tiempo que ha estado sin comer y siendo curada. Margot se acerca a su amiga y toma su mano, totalmente helada. Rike les explica que, aunque no es bueno que tenga esa temperatura, no se pueden arriesgar aumentar su temperatura con algún Ignis, pues no saben cómo puede reaccionar su cuerpo. Margot recuerda esos ataques que muy de vez en cuando le dan a su amiga debido al calor de la ciudad. Eso sería lo último que necesitan para su recuperación. Los dos jóvenes pueden ver todavía las cicatrices en su cara, aunque gracias a todos los dioses, los moratones han desaparecido. Parece que la chica hubiera salido de la mismísima guerra.
Aryon se da cuenta, entonces, que Margot tiene sus puños apretados con tal fuerza que le tiemblan levemente. Cuando le mira al rostro puede ver sus labios apretados y un gesto en su rostro que no le gusta nada. La chica se seca un par de lágrimas que le han caído por la mejilla con el dorso de su mano y se da media vuelta, saliendo de la habitación. Aryon la sigue, intentando detenerla. Se está dirigiendo a la habitación del Ignis. Cuando abre la puerta de golpe, el cuarto está totalmente vacío. Aryon suspira aliviado, pero la chica vuelve a salir por la puerta corriendo, dirigiéndose hacia el exterior. Consigue agarrar un brazo de la chica, pero ella se zafa agitándolo con fuerza. Cuando salen al exterior, Shander está sentado en el suelo, apoyado sobre un árbol. Aryon casi puede oír como hierve la sangre de la chica.

—¡Margot! —Consigue agarrarla cuando llega a su amigo, que está totalmente desconcertado con la situación—. No vayas a decir algo de lo que te puedas arrepentir.
—¡Shander ya es mayorcito para asumir sus actos! Y tiene que hacerlo.

La chica le lanza una mirada acusadora al pelirrojo, que se levanta del suelo con cuidado. Sabía que este momento tenía que llegar tarde o temprano. Aryon intenta decir algo más, pero cuando mira a su amigo le pide que se detenga.

—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué fuiste a esa misión con Lyenna?
—¿Hubiera sido mejor dejarla sola?
—No, lo que hubiera sido mejor, y lo que tendrías que haber hecho, es hacerme caso y no dejarla que fuera. Además, tampoco es que le sirvieras de mucha ayuda.

A Aryon se le corta la respiración y a Shander le vuelve a entrar calor.

—Te dije que era demasiado pronto para ella, que si algo salía mal no podría controlarse —Margot empieza a caminar en círculos bajo la mirada de ambos muchachos—. ¿Pero qué decidiste hacer tú?
—Lyenna me pidió que fuéramos a ese trabajo, no podía decirle que no.
—¿Estás tan encoñado con ella que no eres capaz de decirle un maldito no, sabiendo que era peligroso?
—Lyenna no es la única que salió mal parada de allí.

Y Aryon comete el grandísimo error de entrometerse. Margot le mira totalmente alucinada, sin poder creer que el rubio haya dicho esas palabras. No tiene ni idea de lo que está diciendo ni de lo que está pasando.

—¿Acaso a él —señala a Shander con un dedo inquisitivo— le está matando su propio poder por dentro?
—¿Qué?

El muchacho no entiende esas palabras de la chica. Recuerda la vista de Lyenna cuando fueron a ayudarlos, totalmente cubierta por una especie de coraza de hielo e incapaz de reconocer a sus propios amigos. Nadie le dijo nada de que Lyenna se estuviera muriendo a causa de su propio poder. Eso es totalmente nuevo para él y no sabe cómo encajarlo. Mira a Shander intentando buscar una respuesta que llegue a su entendimiento, pero el muchacho evita la mirada de ellos dos. Margot intenta relajarse para explicarle a Aryon la situación, aunque solo quiere estamparle la cara contra el suelo.

—El problema no está en que Lyenna no pueda controlar el nuevo poder que ha obtenido, si no en que ese poder la está matando por dentro. Su cuerpo no puede asimilar todo ese hielo tan deprisa, necesita tiempo. Sus órganos internos están dañados a causa de eso. Ni siquiera ella puede soportar todo ese frío.
—Pero —Aryon traga saliva con dificultad, no puede creer esas palabras— se pondrá bien, ¿no?

Ni Shander ni Margot dicen nada.

—¿Qué querías que hiciera? ¿Qué la encerrara en una habitación hasta que tú consideraras que estaba bien para salir?
—¿Cuándo yo lo considerara? ¿Acaso no has hablado con su padre? Fue él quien me pidió que cuidara de Lyenna, ¿cómo se supone que voy a mirarle ahora a la cara cuando su hija ha estado a punto de morir por nuestra culpa?

Aryon se percata de ese nuestra. A pesar de todo, Margot sigue echándose parte de la culpa.

—¿Quieres dejar de repetir que Lyenna podría haber muerto? —Dice el pelirrojo algo más alterado. Pero la chica lo ignora, está demasiado enfadada.
—Te pedí que no fuerais a esa misión porque confié en ti. A ti te habría escuchado Lyenna si le pedías que no fuera. Creía que entendías su situación
—Claro que la entiendo.
—¿Si?, porque no lo parece.

Se quedan en silencio de golpe, como si alguien hubiera quitado el sonido de la escena. Aryon vaga su mirada de uno a otro de sus amigos, intentando quién moverá la siguiente ficha. Margot mira al pelirrojo como si lo quisiera castigar para el resto de su vida, como si su mirada fuera un cuchillo bien afilado, listo para cobrar su venganza. Shander le evita la mirada, no tiene nada que decir. Parece que ella ya lo sabe todo. Pero precisamente esto es lo que le molesta a Margot. La chica eleva sus brazos en el aire y los choca contra su cuerpo, sin poder creer que el muchacho no sea capaz de decir nada.

—Supongo que para que las cosas salgan bien hechas las tiene que hacer una misma.

Shander y Aryon miran a la chica al mismo tiempo, intentando replicarle, pero ninguno se atreve.

—La próxima vez que te pida algo, si no lo vas a cumplir dímelo antes de hacerme ilusiones.
—Margot… —comiendo diciendo Aryon. Parece que la chica no se vaya a callar nunca.
—¡Qué!


La chica gira sobre sus pies como quisiera agujerear el suelo bajo ella y se marcha de la compañía de los muchachos. Hasta que no desaparece en el interior del edificio los muchachos no consiguen volver a respirar con tranquilidad. Ninguno dice nada. Puede que porque no tengan excusas para enfadarse con la chica. 

1 comentario:

  1. Te sigo odiando. Siempre vienes y me haces lo mismo. Es como si lo hiciera a posta, como si quisieras hacerme pasarlo mal con tus relatos jaja. Además es que tonta de mi, voy y pienso que va a acabar bien, pero como te gusta torturar a Lyenna...
    En fin, a ver si subes otro relato pronto que, como siempre, me dejas con ganas de más.
    ¡Un besín!

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